La tierra de Badajoz,
y la aledaña de Alburquerque componen el extremo nororiental de la Baja
Extremadura determinando, con la de Olivenza, el borde fronterizo entre España y Portugal.
Las dos primeras, aunque formando un conjunto que suele ser considerado unitario a ciertos efectos, en atención sobre todo a su naturaleza fronteriza, presentan rasgos propios en cada caso. |
Alcazaba de Badajoz |
En lo geográfico el partido judicial de Badajoz queda definido, bajo la presencia del Guadiana y el Gévora, como un dominio de vegas, llano y fértil, que a partir de la sierra del Centinela se hace más escabroso por la presencia de las sierras del Vidrio, la Caraba, el Naranjal y otras que se conectan ya con la de San Pedro. La orografía resultante es complicada y agreste, de suelo rocoso y duro, extendiéndose sobre las dos orillas del Gévora hacia Villar del Rey y Alburquerque por el norte, y Puebla de Obando y la Roca de la Sierra hacia levante. Por el centro discurre la N-523 que une Badajoz con Cáceres.
En la vega, muy apta para el cultivo, predomina la actividad agrícola en condiciones muy favorables, en tanto que la zona agreste aparece cubierta de dehesa y monte bajo, que en ciertas áreas originan apretadas manchas de encinares y jarales. En ésta, la Naturaleza se muestra bravía y plena de panorámicas de incomparable hermosura, con enclaves como Alpotreque, Hermosilla, Naranjal, Vidrio, Loriana, Azagala y otros, adentrándose por las sendas camperas. Características propias dentro del territorio corresponde a los baldíos de Alburquerque, compuestos por matorral y ricos pastos. |
Plantación de girasoles |
Numerosos dólmenes, pinturas prehistóricas, fortalezas, puentes, ermitas, conventos, postes de delimitación de términos y otros hitos salpican el territorio poniendo de manifiesto la actividad poblacional del Partido Judicial desde los tiempos más remotos, y la importancia histórica que deriva de su estratégica situación. La condición de encrucijada por donde circulaban diferentes itinerarios en dirección a Mérida, Cáceres, Badajoz, Évora, Santaem, Alcácer do Sal, y otros destinos, queda de manifiesto en los restos de calzadas que todavía resultan visibles en ciertos lugares.
Como realizaciones más destacadas pueden mencionarse los castillos
de Azagala, Piedrabuena, Alpotreque, Benavente, Mayorga, La Codosera, La
Roca de la Sierra, Don Diego, Cubillosy otros, alguno ya desaparecido,
además, naturalmente del formidable bastión de Alburquerqueque domina
todo el territorio.
Entre los puentes romanos y medievales se encuentran los de La Codosera. La Notaría y el llamado "Caído", en el ámbito del Gévora; sobre el Albarragena y el Carril, los de Arenosas y el Tarro y en otros puntos los de La Roca de la Sierra, arroyo Guerrero, Zapatón, Gévora de Badajoz y algunos más. |
Castillo de Azagala |
Conventos franciscanos emplazados en apartados rincones campestres de particular belleza paisajística se localizaban en Mañoca, cerca de Badajoz; la China, en Valverde de Leganés; Sierra de los Frailes Viejos, en Alburquerque; o el paradisíaco enclave de Loriana, cerca de La Roca de la Sierra. En el apartado de las ermitas, a las medievales de Benavente, los Santiagos, San Blas, las Grulleras, San Antón, Canchal Blanco y otras, se suman, como centros de especial significación a partir del siglo XVIII, las de Chandavila, Carrión, San Isidro, la Rivera, Bótoa, etc. todas aún en la actualidad focos de activas celebraciones y romerías de arraigada tradición popular.
Aspecto muy importante en el área de Alburquerque es el cinegético, donde la abundancia de caza mayor y menor resulta extraordinaria, con proliferación de venados, jabalíes y otras especies. Actividad que se conserva en la zona, como testimonio etnográfico de interés relevante, es la de las carboneras, en las que los piconeros continúan elaborando su producto según los procedimientos seculares. |
Montones de leña en las carboneras |
Los grandes montones de leña cubiertos de tierra, en cuyo interior se produce la lenta combustión de la madera, son visibles todavía en las dehesas de la zona, componiendo cuadros de inusual plasticismo. Muy representativa resulta igualmente, en conexión también con la dehesa, como actividad secular del territorio, la producción de corcho y la industria de su manipulación, con centro principal en San Vicente de Alcántara.
Establecimiento muy popular en la zona, como punto de reunión de cazadores, es la Venta del Plata, situada en Zapatón, famosa por sus buenas chacinas y excelentes vinos de pitarra. También se distinguen estas especialidades en Villar del Rey y Alburquerque. En esta última localidad resultan muy apreciados asimismo los dulces caseros.
Aportación importante de esta comarca al folklore musical de la región, es el conocido y recio "Fandango de Alburquerque", en el que se alude precisamente a ellos:
Si vas a Alburquerque por Semana Santa, comerás los ricos bollos de la zarza.
En el aspecto histórico, cada área presenta, al igual que en lo geográfico, características diferenciadas. Sobre los remotos antecedentes de época prehistórica, cuyos vestigios se conservan en las pinturas de los Riscos de San Blas y La Caraba, cuevas de Azagala, y los numerosos dólmenes que proliferan entre los de La Moneda y el Moro, en el extremo oriental, y los más de setenta que se localizan en el área de San Vicente de Alcántara, se asientan las poblaciones del extremo nororiental. En conexión con ellos y con los romanos que perduran en Benavente y otros puntos inmediatos, Alburquerque era ya bajo los árabes un asentamiento consolidado cuando Fernando II lo conquistó en 1.166.
Acerca del topónimo de esta última difieren las teorías, y lo que para unos tiene su antecedente en el Alba Querqus latino -Encina Blanca-, lo encuentra para otros en el Abu-al-Qurq -país de alcornoques- musulmán. Lo que queda fuera de dudas, en cualquier caso, es la antigüedad e importancia del enclave.
A partir de la etapa medieval, su condición fronteriza hizo de Alburquerque el foco principal de articulación de la zona, como posesión señorial sometida a numerosos avatares. El lugar perteneció sucesivamente, ya bajo los portugueses, ya bajo los castellanos, a Don Alonso y Doña María Teresa Téllez de Meneses, figuras ambas relacionadas con la realeza lusitana; a Don Juan Alonso de Alburquerque, valido de Pedro I de Castilla; a Don Enrique de Aragón, Maestre de la Orden de Santiago; a Don Álvaro de Luna y Don Beltrán de la Cueva, favoritos de Enrique IV; y otras veces directamente a la corona. Todavía en el siglo XVIII, la villa fue ocupada de nuevo durante varios años por los portugueses, La Codosera quedaba incluida en el Señorío de Alburquerque. Dada su estratégica situación, la poderosa ocalidad se vio envuelta de manera casi ininterrumpida en guerras y conflictos hasta el mismo siglo XIX.
En el extremo del territorio fronterizo con su demarcación, San Vicente, con las ricas Encomiendas de Azagala, Mayorga y Piedrabuena, eran parte de la Orden de Alcántara, con dependencia del convento cacereño de San Benito.
Las restantes poblaciones del territorio pertenecieron inicialmente a Badajoz, hasta su apartamiento de tal jurisdicción en diferentes momentos.
Badajoz, fundado el año 875 sobre un asentamiento visigodo por el rebelde Ibn Marwan el Chilliqui, floreció con rapidez, haciéndose independiente del Califato de Córdoba en el 1.009, bajo el reinado de Sapor. Los sucesores de éste iniciaron la dinastía aftásida, con la cual Badajoz se convirtió en un poderoso reino, pujante y desarrollado, cuya refinada Corte era un centro cultural sin parangón en la época. Más tarde, los almohades mantuvieron la importancia de la ciudad y sus dominios, haciendo de Badajoz un poderoso enclave fortificado. |
Puerta de Palmas |
En 1.086, la ciudad sirvió de base a los almorávides que derrotaron a Alfonso VI en Sagrajas o Zalaca.
El pasado árabe constituye, pues, componente fundamental para esta ciudad, sin el cual, ni su historia ni otros aspectos, incluso actuales, resultan comprensibles.
Durante la etapa cristiana, y hasta época bien reciente, Badajoz continuó siendo un enclave estratégico de primer orden en razón de su situación fronteriza como avanzada de España frente a Portugal, y desempeñando un papel fundamental en todos los acontecimientos del suroeste peninsular. Por tal causa, su posesión fue siempre codiciada por cuantos participaron en los constantes hechos bélicos de la zona.
Junto con el pasado árabe, su naturaleza militar como plaza fuerte fronteriza, es pues, otro de los aspectos que deben ser tenidos en cuenta a la hora de considerar el pasado y el presente de la capital pacense.
El tercer factor al mismo efecto, es la dimensión de la ciudad como centro
religioso, sede de innumerables fundaciones conventuales
y de otra especie. En la conjunción de estas tres características y las que
de ellas derivan en el plano económico, social, cultural, etc., se encuentran
las claves que explican porqué Badajoz fue secularmente, y continúa siendo en
la actualidad, desde hace más de un milenio, el centro
más importante de Extremadura; el más populoso; el más desarrollado
y por ello, su natural capital indiscutible.
La realización del Plan Badajoz comportó la transformación
sustancial de casi todos los territorios aledaños al Guadiana, creando
panoramas paisajísticos, económicos, poblacionales y sociales, nuevos en
muchas comarcas. Por lo que concierne a la de Badajoz, como parte importante
de las Vegas Bajas, el cambio fue radical, por lo que su visión resulta
incompleta si no se presta atención particular a esta realidad.
El Proyecto del Plan Badajoz fue aprobado el 7 de Abril de 1.952, siendo sus objetivos principales regular el cauce del Guadiana para aprovechar sus aguas a efectos de riego y producción eléctrica, al tiempo que se evitaban las peligrosas crecidas; colonizar las zonas puestas en regadío atendiendo a su electrificación, mejora de la red de comunicaciones y a las repoblaciones forestales, e industrializar y comercializar los productos obtenidos. |
Frutos en flor |
Si en lo histórico, éstas son las claves insoslayables para profundizar en las realidades pretéritas y presentes de Badajoz, en lo geográfico, e incluso en lo geopolítico, la ciudad y su territorio resultan inseparables del río Guadiana. Del río depende su misma localización y su importancia estratégica, y con el río se funde la población en otros múltiples aspectos.