Villa con Ayuntamiento propio, en la provincia de Badajoz, Partido Judicial de Castuera, en tiempos pasados, perteneció a la Audiencia Territorial de Cáceres, diócesis nullius correspondiente al priorato de Zalamea, Capitania General de Extremadura. Esta villa está situada en valle formado por dos cerros. Es de clima cálido. . Confirma el Término: por el Norte: con los de Don Benito y haba; Este: Quintana y Zalamea; Sur: Higuera y Retamar y Oeste: Oliva de Mérida y Manchita. Comprende tierras de labor y monte bajo. La baña el río Guadámez en dirección al Oeste, al cual se le une el arroyo de Arroyocampo. En tiempos no muy lejanos, las aguas de este río, movían a nueve molinos harineros. |
Vista de Valle de la Serena |
Se encuentra próximo a Quintana y Zalamea, cuyo núcleo urbano se sitúa a una altitud de 423 m., presenta una topografía accidental y donde destacan las sierras del Medio, Hermosas y del Moro y los cerros de la Grana y Pocitos y la Loma de las Cruces. Superficie del término: 131,4 Km2.
El clima es de tipo mediterráneo.
Con sus 1.662 habitantes, constituye un enclave de entidad mediana. Hasta el siglo pasado fue llamada Valle de Zalamea, dado su carácter de Aldea de esta localidad.
Su origen se sitúa en la época medieval, cuando se reunieron en este lugar, por iniciativa del Maestre Don Arias Pérez, diversas arquerías diseminadas por el entorno, entre llas, las llamadas Ventas de Bolero o Botello, situadas a pie de la inmediata Sierra Hermosa. El núcleo perteneció a la Orden de Santiago, en cuya jurisdicción se mantuvo desde el siglo XIII hasta el XVII, en que fue enajenado en señorío a Don Rodrigo de Murillo y Velarde, permaneciendo desde entonces y hasta el fin del regimen Señorial en 1.811, en poder de sus sucesores.
En esta villa vino al mundo el gran escritor y político D. Juan Donoso Cortés, el 6 de marzo de 1809, primer Marqués de Valdegama, cuya familia, oriunda de Don Benito, se había refugiado aquí, huyendo de las vicisitudes ocasionadas en su localidad por la Guerra de la Independencia.
Gran importancia en la Historia Económica y social, han tenido las minas de wolframio (tungstato, manganeso y férico) existentes en este término en los cerros llamados de Martín Pérez. Su descubrimiento es muy remoto, a principio de este siglo, desde entonces y a lo largo de más de siete décadas, aunque no de una forma continuada, han alterado diversas empresas comerciales y otras explotaciones, pero debemos destacar las explotaciones a partir de 1940, coincidiendo con la segunda Guerra Mundial. Fue entonces cuando una empresa alemana, afrontó la explotación, se perforaron kilómetros de galerías dotadas de rieles para vagonetas transportadoras, se construyó un funicular desde la solana de Sierra de Guadámez -mina sastre-, hasta el Cerro Martín Pérez, con una longitud de 2.500 m.; se construyó asimismo un poblado para un centenar de familas, con economato, escuelas, casa cuartel... Durante ésta gestión surgió un fenómeno de marcada influencia para la población de Valle de la Serena, el wolframio en el mercado mundial alcanzó precios exorbitantes, se le dió el nombre de oro negro y peculiarmente en la localidad, se le conocía como EL BOLO.