El hito monumental más significado es la iglesia parroquial de Santa Marina, que se sitúa en el centro del caserío rodeada de diversas plazas agradablemente ajardinadas. Constructivamente se trata de obra de mampostería sin enlucir, con torre fachada a los pies e interior de una sola nave de acusada espacialidad, cuyas características generales evocan de modo directo la parroquial de Santa María de la vecina Guareña.
Al exterior resultan de interés, además de la atractiva torre, las portadas clasicistas, alguna con decoración plateresca y escudos santiaguistas. Del interior merece reseñarse la credencia u hornacina- sagrario de estilo gótico renacentista de la capilla mayor, elemento peculiar de las iglesias del ámbito emeritense que se repite en casi todos los templos de la zona. También se distinguen el púlpito granítico, los canceles de gran cuerpo y buena labra de reminiscencia mudéjar, y las propias puertas, con carpintería y herrajes del siglo XVIII. Los retablos e imaginería antigua han desaparecido. Pieza notable es una pintura de buena factura, de autor no documentado, datable en la primera mitad del XVII, en la que se representa el encuentro de San Joaquín y Santa Ana ante la Puerta Dorada a partir del modelo de Durero. En reconocimiento a sus indudables méritos, esta iglesia ha sido declarada como Bien de Interés Cultural por parte de la Junta de Extremadura.