Fortaleza de Barcarrota |
El origen de Barcarrota se pierde en la noche de los tiempos. La abundancia de sus aguas, feracidad de sus tierras y la presencia de no pocos monumentos megalíticos en su término, hacen pensar que debió de ser zona apetecible para los pobladores de los primeros tiempos. Sin embargo, como núcleo de población estable que ha llegado hasta nuestro días, sólo podemos remontarnos a la Edad Media. De la tiponimia que perdura podemos deducir que es un poblado árabe conquistado por el Reino de León cuyo rey Alfonso XI concede jurisdicción de la Orden de Alcántara. |
Cuando, en el transcurso del tiempo de la titularidad de las Órdenes Militares pese a los Reyes, Barcarrota conocerá una breve etapa de villa de realengo que terminará cuando, en 1538 el Rey Carlos I lo vende a la poderosa familia de los Portocarrero. Esta que acabará entroncándose con la Casa de Montijo, y a su vez, en la de Alba, será la dueña efectiva de Barcarrota hasta la extinción de los privilegios feudales en el siglo XIX. De ahí que la actual Duquesa de Alba sea, al mismo tiempo, Marquesa de Barcarrota.
Destaca Barcarrota, en primer lugar, por el patronazgo de la Virgen de Soterraño -deformación fonética de subterráneo-. Según la leyenda, sería la Virgen la que propicia el nombre del pueblo al aparecerse a un pastor, que en ese momento, remendaba una albarca -calzado pastoril-, que estaba rota, dándose en llamar el pueblo: Villanueva de Albarcarrota. Quiere la leyenda insistir en que poco a poco perdería la primera sílaba de su nombre y la característica de Villanueva para quedarse en lo que es hoy: Barcarrota.
Hay un segundo acontecimiento sin el cual Barcarrota sería distinta: Según la tradición, en el año 1500 nació en esta localidad Hernando de Soto, personaje al que Barcarrota levantó un monumento.
Una característica importante la constituye el hecho de haber sido frontera directa con Portugal hasta el siglo XVIII, lo que no sólo la obligó a soportar innumerables ataques de los vecinos lusos, sino que, en épocas de paz permitió una permeabilización cultural y antropológica que hoy se refleja en multitud de vocablos barcarroteños y de apellidos de origen portugués.
Otro acontecimiento, cuya importancia ha llevado el nombre de Barcarrota más allá de nuestras fronteras, ha sido la aparición reciente de una edición perdida de El Lazarillo de Tormes, junto con otros libros de incalculable varlor, cuyo conjunto consitituye una noticia cultural de primer orden y cuya colección lleva orgullosamente el título de Biblioteca de Barcarrota.