Situada a levante de Alange y La Zarza, es otra de las grandes poblaciones del Partido Judicial emeritense con más de 2.000 habitantes. Se localiza en un ámbito accidentado de las sierras de Peñas Blancas y del Conde, abriéndose hacia los territorios de Medellín y Don Benito. La tradición le atribuye orígenes legendarios que se sitúan en época prerromana. Aunque es seguro que ya existía en época árabe, las primeras noticias documentadas datan de su ocupación en 1234 por Fernando III. Bajo los cristianos quedó como posesión de la Orden de santiago, incluida en el Partido de Hornachos y después en el de Llerena, siendo su denominación tradicional Oliva de Extremadura a fin de distinguirla de Oliva de Jerez. |
Vista de Oliva de Mérida |
Es decir, que en el pasado sus relaciones con Mérida, no obstante su proximidad a este centro, prácticamente no existieron. Sólo a partir de 1833 se integró en el partido emeritense, datando de ese momento su apelativo de Oliva de Mérida.
Su entorno es agreste y de acusado atractivo paisajístico. En la crestería de la Sierra del Espíritu Santo perduran vestigios de lo que se supone una fortificación musulmana, en tanto que en la de Los Escolares, por el camino de Vistalegre, se encuentran abundantes grutas como las de la Charneca y el Trago, de interior aún no explorado.
Morfológicamente se trata de un centro marcadamente rural, compuesto por calles de amplias proporciones y casas blancas de tipo campesino, con el carácter aún bien conservado.
Oliva mantiene, entre sus actividades más tradicionales, la artesanía del barro.