Villafranca de los Barros se encuentra enclavada en el centro de la provincia de Badajoz, corazón del Partido Judicial de Tierra de Barros, y punto clave de comunicación en la Ruta de la Plata (C.N. 630, Gijón-Sevilla), futura autovía Ruta de la Plata, básica para su desarrollo económico y socio-cultural. Las primeras investigaciones históricas conocidas y publicadas de la ciudad de Villafranca de los Barros se las debemos a José Cascales Muñoz que en 1.904 nos daba a conocer sus "Apuntes para la historia de Villafranca de los Barros". También en 1982 Antonio de Solís y Sánchez Arjona publica "Villafranca en la Historia", libro de investigación histórica que viene a completar lo ya existente. Enclavada en terrenos arcillosos sembrados de viñedos y olivares, y donde en un principio estaba ubicado el lago Augustano se encuentra esta ciudad que, desde tiempos romanos, ha sido una localidad de fácil acceso, siendo en aquella época un pequeño núcleo de posadas en un cruce de caminos perceiana: la vía principal, Ruta de la Plata y el comienzo de una calzada hasta Astigi (Ecija). |
La cerámica recogida en los distintos asentamientos romanos encontrados en el término nos pone de manifiesto una dependencia comercial y posiblemente administrativa de Mérida, dependencia que se mantendrá en época visigoda hasta la dominación musulmana. El nombre de Villafranca le fue concedido a mediados del siglo XIV a un lugar dentro del territorio emeritense llamado "Moncovil", y cambiado por este nombre de Villafranca tras haberle sido concedido el título de villa.
Siglos más tarde se añadirá "de los Barros", completando así su nombre actual.
En sus orígenes la villa se reducía a la Plaza Vieja y algunos tramos de las calles colindantes. La iglesia, ubicada en la actual Parroquia del Valle, quedaba algo retirada del casco urbano y también allí se encontraba el cementerio.
A partir de la época de los Reyes Católicos y sus descendientes, Villafranca crece ostensiblemente. Se edifican las calles de Macías, Carvajales, Mártires y El Villar, donde se encontraba la judería en tiempos de Dª Juana y su hijo Carlos I.
La economía se basa en la agricultura y la ganadería. La verdadera transformación de villa ganadera en villa agrícola se materializa en el s. XVIII.
Ya en 1885 el conde del Alamo, natural de Villafranca, siendo diputado a Cortes, consigue para el pueblo el título de ciudad.
Al amparo del Romanticismo se inicia en Villafranca un movimiento cultural que se resume en la "Tertulia literaria", fundada por Cascales Muñoz. Aparecen varios periódicos locales de distintos signos políticos.
El siglo XX supone para Villafranca el inicio de su industrialización. Se construyen numerosas bodegas de vino y molinos de aceite, se establecen entidades bancarias, se abren dos fábricas de caramelos, talleres de bordados, etc. A finales de los años 50 se instala la industria de Forjas y Aceros del Guadiana, y es el momento definitivo del despegue industrial de Villafranca.
Actualmente su base económica es el sector primario: la Vid (67.000 hectáreas), que posibilita la producción y comercialización de vinos con la denominación de origen Ribera del Guadiana; además, cabe citar la producción del Olivo y la Cebada. Villafranca cuenta con dos importantes Cooperativas vinícolas: la de San José y San Isidro. En 1996 se instala la empresa "Productos Tartáricos Internacional", y en 1998 nace Barbosa & Almeida, empresa de capital portugués dedicada a la producción de vidrios. |