Castillo de Feria |
Sobre la formidable atalaya que constituye su cima se alza la fortaleza que justifica la antigua copla popular: Madrecita quien tuviera Desde este bastión se domina, en efecto, un impresionante panorama cuyos horizontes se prolongan por el NE hasta las lejanías más remotas de la Tierra de Barros, y sobre todos los espacios serranos circundantes en las demás direcciones, asó como vistas incomparables del pueblo que se extiende a sus pies. |
La fortaleza que preside tan privilegiado emplazamiento constituye una de las realizaciones más notables de su especie en Extremadura, no sólo por su situación, sino por la elegante traza de su arquitectura militar.
La obra tiene como elemento principal una poderosa torre cuadrangular de esquinas redondeadas, con 40 metros de altura, coronada por una secuencia de canecillos de notable plasticismo, en la que se abren diferentes ventanas góticas. Este cuerpo central queda rodeado por un circuito de menor altura. La construcción fue realizada por Lorenzo Suárez de Figueroa entre 1460 y 1513, sobre otra anterior de época árabe. Tan inigualable como la que se ofrece desde su atalaya, es la contemplación de la propia fortaleza y el pueblo desde la lejanía, cuya panorámica constituye una realidad paisajística sin parangón, quizá, en toda Extremadura. Su visión en las horas tempranas de la mañana, cuando el sol la ilumina desde levante, constituye todo un espectáculo. |
Panorámica de Feria |
No lejos del castillo, sobre la Sierra del Molino, se halla el dolmen de la Casa del Monje, del que se conserva la cámara compuesta por siete grandes piedras de pizarra y el corredor.
En lo que concierne al pueblo, lo más destacable es, precisamente su conjunto, cuya fisonomía mantiene los rasgos tradicionales más característicos muy bien conservados. El caserío se adapta a la escabrosa topografía del terreno, originando calles de tortuoso trazado y fuerte pendiente, compuestas por edificaciones populares pulcramente encaladas de blanco.
Componente particularmente característico, cuya disposición configura conjuntos volumétricos de acusado plasticismo, son los barrancos o calzadas que se sitúan por delante de las viviendas para acceder hasta las mismas salvando el acusado desnivel de las calles.
En sus orígenes, la población se asentaba en la cima de la sierra, junto al castillo y la primitiva ermita de La Candelaria. Desde ella, el caserío fue descendiendo por la ladera, buscando la proximidad de la nueva iglesia parroquial de San Bartolomé. En la actualidad la trama del caserío, según se la contempla desde lo alto del castillo, forma un núcleo central apiñado en torno a la iglesia y el Ayuntamiento, del que surgen diferentes apéndices que crecen al hilo de los caminos que salen del pueblo, originando una figura semejante a una mano abierta. |
Vista de Feria en torno a la Iglesia de San Bartolomé |
En el callejero destacan por su acusado tipismo las calles quebradas de la zona más alta, en las que abundan rincones de enorme atractivo. Entre ellos destaca la recoleta placilla con arquerías de sabor mudéjar, situada entre la iglesia y la Casa del Concejo, ésta, fabricada también en ladrillo según el mismo estilo.
Arquitectura popular de Feria |
Del otro lado de la iglesia se desarrolla una segunda plaza con estructura de salón, muy alargada, en la que se levanta un típico aguaducho. La iglesia parroquial que preside el pueblo y que constituye el hito más significado de su organización, cierra la perspectiva de la plaza, teniendo como fondo la majestuosa silueta del castillo. El templo presenta fábrica de mampostería encalada, con cornisa de remate barroco y torre de la misma época a los pies. En el exterior destaca la portada del lado del Evangelio, obra renacentista de curiosa decoración, en la que entre otros motivos se representan los signos del Zodiaco, y hornacina con la imagen del titular del templo. En el parque de la ermita de la Consolación, de reciente creación, se situó en 1989, un "Monumento al Hombre del Campo", realización en piedra de enorme fuerza expresiva, obra del artista pacense Estanislao García Olivares. |
Entre las sierras ocultas por dehesas de encinares encontraremos antiguos embalses, como la Presa de la Albuera, a 1 km. Por la carretera de la Parra, realizada en el s. XVIII para mover las lentas piedras de los molinos harineros.
En atención a su pintoresquismo, la población fue declarada Conjunto de Interés Histórico Nacional, en 1970.
El colofón a las actividades que se realizan en Feria lo pone el Rally automovilístico celebrado durante la Semana Cultural de Agosto y que tiene como marco las impresionantes sierras de la localidad.