Presidiendo la plaza, se sitúa la imponente iglesia parroquial de Santa Catalina, edificación gótica, a la que se añaden elementos mudéjares y posteriormente incorporaciones renacentistas. De gran cuerpo y notable arquitectura, con fábrica de piedra y ladrillo, reforzada por contrafuertes con capuchón, de atractiva estructura y destacada presencia formal. De ella sobresale una poderosa torre de factura barroca con destacada coronación cupulada, cuya silueta configura el hito más significado de la localidad.

Adyacente a la iglesia, se halla la ermita de Ntra. Sra. del Carmen, de resolución constructiva muy semejante, y en la que llama la atención la elaborada portada de ladrillo. Y al interior, su suntuosa cúpula decorada con yeserías y estucos de gusto rococó, filigrana de exquisito gusto, única en la región. Anejo a esta ermita se encontraba un teatro de inicios de siglo, amplio local de gran sabor, muy representativo de las edificaciones de su especie, hoy en fase de remodelación para ser destinado a otros usos.

Definiendo el carácter secular de la población, en sus calles perduran expresiones representativas de la arquitectura popular tradicional de la zona, consistentes en viviendas con muros de piedra encalados y escasos huecos, de gran tipismo. Realización de especial dimensión plástica es la llamada "Casa del Patio", antiguo convento franciscano cuya fachada barroca, ornamentada con múltiples molduras de fábrica y mosaicos, constituye una de las más bellas en su especie de toda la región.

Edificaciones de moderna traza, entre las que se encuentra el nuevo Ayuntamiento, cierran el frente de la plaza, combinando las formas contemporáneas con las seculares, en fuerte, aunque, en este caso, armónico conjunto.