La consolidación de la ciudad comienza gracias al estratégico punto de tránsito que fue la de "Vía de la Plata", la vía de comunicación más importante del occidente de la Hispania romana. Asentada en un llano, al pie de las escarpaduras rocosas de la Sierra de Castellar, en el corazón mismo de la Baja Extremadura, Zafra constituye una de las poblaciones más significadas de la región, y centro natural de articulación de los territorios circundantes, de cuyo conjunto resulta cabecera indiscutible. La población cuenta con 15.477 habitantes, distinguiéndose por su actividad mercantil e industrial, cuya tradición, conectada con una floreciente artesanía, se remonta a los siglos medievales. |
Castillo de Zafra |
Soportales de la Plaza Grande |
Junto con la raigambre de su casco tradicional, Zafra ofrece, en afortunada combinación de lo pretérito con lo presente, las características de una moderna ciudad de servicios, floreciente y dinámica, lo que hace de ella foco de importancia sobresaliente en el conjunto de la región en los aspectos económicos, social, cultural, etc. Formó parte del primer Señorío, después Condado y finalmente Ducado de Feria. Así, Zafra es en la actualidad una ciudad excelentemente dotada de infraestructura comercial, industrial y hostelera, y en materia de equipamientos y servicios. Moderna, vital, emprendedora y hospitalaria; con hermosos parques y jardines, y amplias plazas y avenidas, todo ello en perfecta armonía y con notable respeto hacia los contenidos históricos. Quizá en ninguna otra localidad extremeña se dé en términos tan elocuentes esta feliz articulación de lo actual con el legado del pasado, como en esta bella población. |
Sobre el origen de Zafra podemos decir que: El poblamiento del área zafrense es muy antiguo, se remonta a la Prehistoria: la sierra de El Castellar guarda el origen de la población en oquedades decoradas con pictogramas; la cercana ermita de Belén, la existencia de un castro de la Edad del Bronce; y en los bordes urbanos, varias villae romanas, que quizá rememoren aquella legendaria Segeda, a la que se quiere creer precedente inmediato de la ciudad.
Las primeras noticias fidedignas de Zafra son, sin embargo, medievales: una pequeña comunidad musulmana aparecía asentada en el valle, cuando en el año 1241, las tropas de Fernando III El Santo, en su avance reconquistador hacia Sevilla, tomaron el castillo de El Castellar que la protegía desde lo alto del crestón. El baluarte se corresponde, según ciertas interpretaciones, con el mismo Sajra-abi Hassam. De este controvertido Sajra, se trata también de hacer derivar el Zafra posterior.
Habrá que esperar, no obstante, al siglo XIV para ver como Zafra comienza a adquirir un papel cada vez más preponderante en el sur de Extremadura. El año de 1394 resulta ser un hito histórico importantísimo para la ciudad, ya que entonces fue donada por Enrique III a Gomes Suárez de Figueroa, un adolescente que era camarero de la Reina e hijo del Gran Maestre de la Orden de Santiago.
Iglesia de Nuestra Sra. de la Candelaria |
Igualmente discutida resulta la identificación del enclave con la supuesta Segeda túrdula, de la que, no obstante, deriva el gentilicio de segedanos con que se distingue a sus naturales. Sobre éste, se aplica familiarmente en la zona el de "Churretines", en alusión al carácter diferenciado de un vecindario no dedicado de manera preferente a la actividad agrícola, sino a la artesanal y mercantil. El enclave, muy disputado por su estratégica localización, tras ser ocupado definitivamente por Fernando III en 1.241, quedó integrado en el alfoz de Badajoz, con categoría de aldea, hasta su donación en 1.394, junto con Zafra y La Parra, a Gómez Suárez de Figueroa. A partir del siglo XIX, el desarrollo de Zafra fue enorme. Así, todavía a mediados de esa centuria, el lugar en que hoy aparece el magnífico Parque de la Paz, estaba ocupado por una charca o albuera de considerables proporciones, donde abrevaban los ganados que acudían a los mercados y rodeos. |
Aspecto que no puede ser pasado por alto, y consustancial con la tradición mercantil de la ciudad, es su tradicional Feria de Ganado de San Miguel. El origen de este acontecimiento, inseparable de Zafra, data de 1453, siendo Juan II el que la concede, aunque previamente Zafra ya gozaba de dos mercados semanales, concedidos, uno en 1380 por parte de Juan I y otro por San Juan en 1395.
La Feria de San Miguel es confirmada sucesivamente, en 1490 por los Reyes Católicos; 1510 por la reina Juana, y 1709 por Felipe V, que la concedió a perpetuidad.
En la actualidad esta Feria multisecular ha hallado su continuación, con nueva dimensión, en la Regional del Campo Extremeño, acontecimiento de extraordinaria resonancia en el dominio no sólo ganadero, sino también industrial y comercial.
En 1882, Alfonso XII concedió a Zafra el título de Ciudad, con el apelativo de Muy Noble y Muy Ilustre. En consideración a sus contenidos, en 1.965 la población fue declarada Conjunto Histórico Artístico de Interés Nacional, tratamiento que ya detentaba el Alcázar desde 1931.