El
Consta de doble perímetro amurallado con numerosos cubos y torreones de refuerzo, hermosas portadas y patio de armas de dos ámbitos. Su soberbia silueta almenada coronando el cerro, resulta visible desde la lejanía sobre todos los horizontes, ofreciendo una imagen evocadora del antiguo esplendor y poderío del lugar. La población, en otro tiempo asentada sobre la falda de la colina, llegó a contar en el siglo XVI con cuatro parroquias. La más antigua, dedicada a Santa María del castillo, hoy desaparecida, se situaba en el interior de la fortaleza. Las otras tres, bajo distintas transformaciones, se erigen sobre la pendiente manteniéndose como hitos representativos del pasado de la Villa. Próximas al castillo, cubriendo parte del viejo teatro romano se alzan las de Santiago y San Martín. La primera, casi destruida durante la Guerra de la Independencia, es obra originaria del siglo XIII, edificada en piedra, con torre a los pies. |
![]() Castillo |
En la actualidad presenta cubierta abovedada tendida de manera extraña por debajo de los arcos que sostenían la primitiva techumbre de madera. Su planta es de una sola nave de reducidas dimensiones, con ábside semicircular en el que se abre una atractiva ventana lobulada, y portadas góticas más tardías.
En sus proximidades se encuentra la de
San Martín, de estructura semejante
y también originaria del XIII, presentando adosada como adición
de época barroca la enorme capilla del Cristo de la Misericordia,
erigida en el XVII por el presbítero Miguel Fernández. Su fábrica
de sillares presenta asimismo ábside semicircular y hermosa portada gótica.
Presidía su interior un magnífico retablo destruido en 1936, atribuido
a la escuela de Luis de Morales o al foco placentino. También desapareció
en la misma época el Crucifijo medieval de gran valor, del que hoy se
ofrece una buena réplica realizada en época actual por el artista
madrileño Julián Cristóbal. En su sacristía se conserva
la recia pila granítica en la que el 15 de Noviembre de 1494 recibió
en bautismo el Conquistador de Méjico, Hernán Cortés. La
iglesia, de tan acusada dimensión histórica, fue restaurada
hace unos años. En atención a sus características ha sido
declarada Monumento de Interés Histórico Artístico
por la Junta de Extremadura en 1990.
Más tardía es la de Santa Cecilia, que se sitúa en zona más baja , cuya ejecución data del siglo XVI. Iniciada con pretensiones monumentales, la obra se detuvo cuando solamente se había ejecutado la cabecera, añadiéndose posteriormente a la misma una nave de proporciones mucho menores y una pequeña torre separada del cuerpo principal, cuya altura no alcanza la de la cabecera. De tal manera el edificio presenta una zona posterior enorme a la que se aneja un cuerpo delantero muy reducido. En la actualidad y dada su ubicación más próxima a las áreas de crecimiento de la población, es la única parroquia en culto.
Tres grandes conventos llegaron a existir en Medellín. Uno, de frailes franciscanos, se situaba a las afueras del pueblo , junto al camino de Don Benito. Fue erigido en 1508 por Juan de Portocarrero, y en él mandó construir Hernán Cortés una capilla para su enterramiento, de la que procede el escudo con sus armas que hoy luce en la plaza de la localidad. Este convento fue demolido a fines del siglo pasado. El de monjas de la Concepción, de mediados del XVI, también desaparecido, se localizaba en las proximidades de la Puerta de la Villa de la antigua fortificación. Del de Agustinas recoletas, levantado sobre una fundación anterior en 1626 por el vicario placentino Luis Vázquez, únicamente se conserva, aunque muy maltrecha, la capilla, obra de dos pisos hoy utilizada como almacén. Al exterior presenta portada entre estribos bajo arco, con frontón partido y el blasón del fundador.
![]() Monumento a Hernán Cortés en la plaza |
Componente destacado de la población es su amplia plaza, abierta el siglo pasado sobre un tejido de viejas edificaciones, en las proximidades de la Puerta Coelli. Como vestigio de ésta se conserva un torreón cuadrangular, hoy recubierto de un placado moderno, al que corona una somera espadaña que acoge la campana del reloj de la Villa, por lo que es conocida bajo tal apelativo. Preside la hermosa plaza la Casa Consistorial. El edificio, levantado al tiempo que ella y remodelado luego en varias ocasiones, es de buena arquitectura según el modelo más característico de ese tipo de realizaciones. De porte herreriano presenta triple arquería al frente sobre pilares graníticos, balconada central y remate de cornisa con ático en el que luce el escudo de la población. |
En el centro de la plaza se yergue el
monumento a Hernán Cortés,
obra en bronce de Eduardo Barrón, erigido en 1890. Representa al Conquistador
en actitud arrogante, sujetando un estandarte y con diversas figuraciones simbólicas
a los pies. No lejos se sitúa otro grupo escultórico dedicado
a los Caídos. Realizado también en bronce por el villanovense
García Lozano en 1985, representa una figura femenina con un moribundo
en brazos.
Aunque los tejidos tradicionales presentan fuertes cambios, aún se conservan algunos testimonios de las casas populares y mansiones solariegas de antaño.
Atención especial, dadas sus características constructivas
y crítica situación estratégica, requiere el
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![]() Puente de Felipe IV |
Conscientes ya los romanos, hace dos mil años, de la importancia de disponer de un buen paso sobre el Guadiana en este punto, erigieron en Medellín una de sus mejores realizaciones peninsulares de esta especie. Su longitud se estima en unos 400 metros, con un total de 28 arcos de entre 10 y 12 de luz y sólidos estribos, siendo toda su fábrica de sillares regulares. La obra quedó destruida durante la etapa medieval, aprovechándose sus materiales para el levantado en su sustitución. Parte de sus cimientos originales son apreciables todavía junto al actual, sobre la orilla izquierda del Guadiana.
![]() Templete del puente |
La nueva reconstrucción del puente de Medellín se acometió en y se concluyó en 1630, siendo su ejecutor principal Pedro Sánchez de Estrada, autor también de la torre de la iglesia parroquial de Villanueva de la Serena. La obra, que es la misma que aún perdura, tiene 430 metros de longitud y 20 arcos de enormes proporciones con sólidos contrafuertes regulares por los dos costados, siendo toda su estructura de sillares regulares de cantería. La calzada es de dos planos, con una anchura de 5,5 varas (poco menos de 5 metros) proporción hoy muy angosta, pero muy amplia para la época de su construcción.En la zona central se abren remansos espaciales, en uno de los cuales se alza un templete en el que lucen el escudo de los Austria tres pequeñas hornacinas conteniendo las imágenes de San José, San Antonio y San Francisco, y una inscripción alusiva a la conclusión de la obra en 1630 bajo el reinado de Felipe IV. Otros dos puentes menores, de origen también romano, rehechos en épocas posteriores, se sitúan en las cercanías; sobre el arroyo Cagánchez uno, y sobre el río Ortigas el otro. |