El Museo Etnográfico Extremeño González Santana, fruto de la sensibilidad y voluntad recopiladora de quien le presta con todo derecho nombre, constituye una notable excepción en el generalizado panorama de abandono, destrucción y expolio a que ha sido sometida la cultura rural tradicional.
Museo Etnográfico. Historia |
Volver al Museo |
Surgió el Museo en 1980, como exposición etnográfica propiciada por la IV Semana de Extremadura en la Escuela. Dos años más tarde, con motivo de unas Jornadas para el estudio de las Ciudades Históricas, el Ayuntamiento apoyó definitivamente su constitución otorgándole para sede definitva la antigua cárcel de partido judicial, ubicada en el castillo y dependencias anexas. Se redimía así al recinto de su pasado represivo, convirtiéndolo en espacio de Cultura y Libertad. El Museo fue ganando arraigo y enriqueciéndose en años posteriores gracias a las Exposiciones de Coleccionistas Oliventinos, convocadas regularmente cada verano. En 1985 el Ayuntamiento añadió al recinto medieval del castillo y a su Torre del Homenaje 1488) la contigua Panadería del Rey, edificio que data de la segunda mitad del XVIII. En 1987, la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura aprobó un ambicioso proyecto de remodelación interior de los dos inmuebles - Castillo y Panadería-, haciendo posible las necesarias obras de ampliación. |
Entrada al museo |
Con la inauguración de estas obras, en el verano de 1991, el Museo inició una nueva etapa de su historia, convirtiéndose en una institución que identifica a Olivenza y con la cual, a su vez, el pueblo en su conjunto se siente identificado. Como reconocimiento a su creciente importancia y dimensión regional, en 1997 se constituyó por tiempo indefinido el Consorcio del Museo Etnográfico González Santana de Olivenza, entidad en la que están representadas la Junta de Extremadura, la Diputación Provincial, el Ayuntamiento de la ciudad y Caja Badajoz.
Museo Etnográfico. El Museo en cifras |
Volver al Museo |
HORARIO DE VISITAS Invierno: (Del 1 de Octubre al 30 de Abril)
Verano: (Del 1 de Mayo al 30 de Septiembre)
|
Plaza de España, en Olivenza |
Museo Etnográfico. Sala de Utillaje agrícola |
Volver al Museo |
Olivenza ha sido desde su fundación un enclave estratégico y al mismo tiempo un grupo humano profundamente arraigado a la tierra. Esta sala pretende ser un merecido homenaje al trabajo anónimo de muchos hombres y mujeres.
En el centro arado romano o de palo (1), de grandes dimensiones.
A la izquierda, un ejemplar de arado de vertedera, más evolucionado. (2)
Otros instrumentos para preparar la tierra son las azadas, palas y escardillos (3), usados manualmente, el cultivador (4), y las gradas o rastras (5), tiradas por animales.
Al principio de la sala, en el lado izquierdo, sembradora
con depósito (6). Se exhiben también una espolvoreadora (7) y una pulverizadora (8) empleadas para combatir las plagas. En el centro, al fondo, trillo con tres rodillos y dientes trapezoidales (9). En la pared derecha, grupo de hoces y guadaña para la siega, junto a la colodra o estuche de la piedra con que se afilaban, pues la hoja de estas herramientas se desgastaba frecuentemente para su uso. A continuación, bieldos, horcas, pala de madera, utilizadas para limpiar el grano (10), y debajo, en el suelo, parte de una máquina aventadora con la misma función, pero más avazada técnicamente (11). A la izquierda, colección medidas de grano, y sobre ella dos romanas como instrumentos de peso (12). Además de los útiles empleados en el proceso de cultivo, se observan en la sala diferentes apartados: |
Testimonio de la importancia de la vida pastoril en la zona es una reproducción de un chozo (18) con útiles empleados en la vida cotidiana.
Por último, destacan loa arreos de caballería repartidos por la sala: cangas, cangones, colleras, horcates, yugos, cabezales, serón, aguaderas, etc...
Museo Etnográfico. Cerámica popular |
Volver al Museo |
Al igual que en otros puntos de la región
extremeña, gran parte de la cerámica de uso común o
doméstico que se vendía en los mercados era traída
desde diferentes centros de producción. El origen de
estas piezas, que se encontraban en casi todas las casas,
es por ello difícil de determinar. La muestra que puede observarse en esta sección se compone de medidas aforadas para líquidos, dos fragmentos del primitivo pavimento del recinto (sobre el primer arcón), probablemente de producción local, y un curioso depósito de vino alargado, con un rostro antropomórfico en relieve en el orificio de salida. En la parte central se expone un grupo de botijas halladas casualmente en el interior de las bóvedas de las iglesias, dispuestas a modo de cámara de aire para evitar la humedad. También se aprecian diversas tuberías y estructuras de saneamiento de barro cocido. |
Pieza singular es otro depósito con decoración incisa y grifo cerca de la base, que por sus características y una marca que lo recorre verticalmente parece haber estado incrustado en la pared para conservar el agua fría.
Entre el resto de las vasijas destaca, debajo de las escaleras, una orza de gran tamaño y color oscuro que lleva grabada en una de sus asas la fecha de fabricación (1904).
CERÁMICA POPULAR (II)
En los expositores se exhibe parte de la obra de los
tres ceramistas oliventinos más representativos de este
siglo: Francisco Lemus Panassa, Antonio Miranda El
Portugués y Simeón. Panassa se formó técnicamente en Caldas da Rainha, importante centro de cerámica popular del país vecino, motivo por el cual muchas de sus piezas acusan esta influencia, aunque dentro de un estilo muy personal. Discípulo de Panassa fue Antonio Miranda El Portugués, natural de la localidad de Arronches, que dejó a los 24 años para instalarse en Olivenza. Contemporáneo del anterior, Juan Rodríguez Rodríguez, más conocido por el nombre de su padre (Simeón), aprendió de éste el oficio. Las piezas expuestas tienen en común el empleo de motivos decorativos muy característicos como los zoomórficos (peces, ranas, perros y conchas), los ángeles y las cuerdas retorcidas, adaptándose a las más imaginativas funciones, con cierto gusto por lo anecdótico y, en el caso de Panassa, de un gran realismo. |
De gran belleza plástica son las ánforas y juegos de café, en los que sobresale la decoración arenada, musgada y de piedrecillas embutidas.
Los vidriados imitan los colores del paisaje, abundando los tonos verdes, negros, marrones y en algunos casos, azules y melados.
Al fondo se muestran algunos moldes empleados en la elaboración de determinadas figuras, así como un plato con polvos de vidriar en su interior.
Entre las piezas de uso doméstico, de factura más sencilla, se destacan unas tinajas vidriadas en color verde y algunos baños de cocina, observándose también algunos elementos arquitectónicos como los copones, que remataban las fachadas, y los números de las casas.
Museo Etnográfico. Sala de Tienda de Ultramarinos |
Volver al Museo |
Ambientado a principios de siglo, este tipo de establecimiento ofrecía un completo surtido de todo tipo de productos, desde zapatos hasta mechas para candiles. Destaca el minucioso aprovechamiento del espacio y su distribución en dos áreas: En el frente, la dedicada a los productos más cotidianos, en la que pueden observarse los cajones de legumbres con marcaprecios de cristal esmaltado (1) y sobre el mostrador y en el suelo, instrumentos de precisión: balanza (2),romana con platillo (3), pesas (4), un medidor de aceite (5) y una báscula en el centro de la sala (6). Colgadas en la estantería, medidas de líquido fabricadas en hojalata (7) de diferentes capacidades. |
A la derecha puede apreciarse la sección destinada a las degustaciones y venta de café, té y repostería, donde figuran una vitrina para dulces (8) y en las baldas, distintos modelos de cafeteras y tostadores (9), así como batidores de msa, moldes, heladoras, etc... (10). En los extremos de ambos mostradores, dos magníficos ejemplares de molinillos de café |
Museo Etnográfico. Sala Bodega |
Volver al Museo |
Hasta hace relativamente poco, el pisado de uva y su transformación en vino fueron una actividad corriente en Olivenza. En esta sala se representa el proceso así como algunos de los instrumentos utilizados en su elaboración. Colgada de la pared derecha, cadena de agrimensor (1) para medir las viñas con una longitud de 20 metros. El transporte de los racimos se efectuaba en grandes cestos o canastos (2) o bien en una especie de angarillas "padiolas" (3). Éstas se vaciaban en el lagar (4) donde se pisaba la uva o en la máquina estrujadora-desgranadora (5) compuesta por dos cilindros acanalados que se acercan o se separan según el grosor de los granos, que junto con el mosto pasan por los agujeros de otro cilindro, separándose el escobajo o raspa. |
El prensado se llevaba a cabo disponiendo la pasta resultante en capachos
de esparto (6). Para analizar el grado de azúcar, se utilizaba una prensa
de prueba (7), tomando una muestra extraída previamente.
El mosto sufría una primera fermentación tumultuosa que duraba aproximadamente ocho días en grandes tinajas (8). Terminada ésta, se trasegaba a toneles o cubas (9) donde continuaba la fermentación lenta. El trasiego se llevaba a cabo mediante bombas de las que existen dos ejemplares: una de rueda(10) y otra de doble efecto (11), uno de entrada y otro de salida. Para regular el paso del líquido de las cubas, se empleaban una especie de grifos de madera llamados canillas (12). Sobre la estantería de la pared derecha, algunas piezas de laboratorio (13). |
Museo Etnográfico. Almazara de aceite |
Volver al Museo |
Los olivares daban un carácter inconfundible al
paisaje rural oliventino. A la ciudad, que debe su nombre a este venerable árbol, llegaban cada invierno las aceitunas. En primer plano, molino de aceite. Consta de una tolva (1) en la que se vaciaban los cestos, cayendo gradualmente las aceitunas a través de una compuerta a la solera (2) o plataforma circular de piedra. |
La pasta obtenida se depositaba en un canalillo(4)
del que se recogía para ser prensada en capachos de
esparto (5). El mejor aceite se destinaba al consumo humano, almacenándose en bidones, cántaros o zafras de hojalata que pueden apreciarse en distintos puntos de la sala. Estos se transportaban en unas curiosas carretillas (6). En cambio, el aceite de inferior calidad se reservaba para combustible o se usaba en la fabricación del jabón, anadiéndole sosa. Este producto, junto con algunas muestras etiquetadas y varios instrumentos de laboratorio, se encuentra en la estantería de la izquierda (7). |
Museo Etnográfico. Herrería y Forja |
Volver al Museo |
La forja cuenta con una tradición secular en Olivenza. Famoso ha sido el buen hacer de nuestros herreros y buena prueba de ello son las magníficas obras de rejería que decoran las iglesias, balcones y ventanas de la ciudad. En este lugar no se distinguen dependencias distintas, pero sí dos puntos de trabajo básico: la fragua (1) y el yunque (2). En la fragua, alimentada con carbón, se calentaban las barras y perfiles de hierro hasta alcanzar el rojo vivo en torno a los 700º. De ahí pasaban al yunque donde se martilleaban hasta conseguir la forma deseada. |
En la esquina izquierda puede verse un fuelle (3) conectado a la
fragua para avivar la combustión y aumentar la temperatura. A la derecha,
en primer plano, taladradora de volante (4) accionada a mano para
perforar el hierro.
El herrero utilizaba en su trabajo una amplia variedad de utensilios, que por la diversidad de sus funciones se pueden clasificar en herramientas de percusión, sujección, corte, estampación y medición. Así destacan el martillo (5) para golpear, tenazas (6) que varían según la pieza que sujetan, tajaderas de mano (7), plana de mano (8) para suavizar asperezas, canaleja (9) para perfilar y por último compases y escuadras (10) como instrumentos de precisión. |
Sobre la pared izquierda, grupo de piezas entre las que se encuentran cortafríos, punzones, butrolas y buriles (11). Junto a la fragua, a la derecha, conjunto de plantillas (12) utilizadas en la construcción de podones, hoces y guadañas.
En las fraguas locales, también se llevaba a cabo la tarea cotidiana de herrar caballerías, para lo que se disponía de un completo surtido de herraduras (13). Además de fabricarlas y acloparlas al casco del animal, se eliminaba la herradura vieja con unas tenazas y se limpiaba el casco con el pujavante (14), clavando la nueva en la coraza córnea de la pezuña.
Sobre la mesa de la derecha, puede observarse un instrumento de hojalatero llamado universal (15), que se empleaba para hacer acanaladuras, redondear bordes y embutir alambres.
Museo Etnográfico. Sala de Arqueología |
Volver al Museo |
La sala nos propone en sus diversas vitrinas un repaso a las culturas y asentamientos que se han ido sucediendo en el término de Olivenza: restos neolíticos procedentes de la Sierra de Alor (hoces, lascas, molederas); vasijas, fíbulas, ídolos-placa y cuchillos de sílex del ajuar de Monte Nuevo - período calcolítico -; restos romanos de las termas de San Francisco - lucernas, monedas, vidrios, mosaicos, fragmentos de vasijas - y cerámicas árabes, vidriadas unas, decoradas otras con pintura blanca. En el centro de la sala, una singular pieza del s. VIII a. de C.: la estela funeraria de Monte Blanco, bloque de caliza con figura de guerrero - lanza, escudo, casco - y un carro esquemático a los pies. |
Piedra de inicio de las obras del castillo |
Testimonio de capital importancia en la historia de la ciudad es la piedra
que señala el inicio de las obras del castillo, después de pasar Olivenza a
la Corona portuguesa tras la firma del Tratado de Alcañices (1297). Era su alcaide
entonces (1306) un tal Pero Lorenzo de Rego. A la izquierda de la inscripción
se observan los escudos de Portugal y los Rego, con un olivo en medio.
Museo Etnográfico. Zapatería |
Volver al Museo |
Esta actividad se ejercía en pequeños establecimientos regentados por un maestro, que realizaba las tareas más complejas, asistido por varios aprendices, encargados de las más sencillas. En el taller se llevaban a cabo dos tipos básicos de trabajo: el de obra prima o fabricación de calzado nuevo, y el arreglo del deteriorado. Como materiales, distintos tipos de piel, corcho e hilo de cáñamo. En el centro de la sala podemos observar las características banquetas sin respaldo (1) junto al baño con agua (2) para reblandecer la piel antes de trabajarla, el yunque de zapatero (3) y el bol con la cera para el cosido (4). |
Colgados en la pared de la derecha, se encuentran los patrones de papel y cartón (5) con las distintas partes del zapato, y al fondo hormas de madera (6) de varios números. Las herramientas más pequeñas se disponen en la estantería de la izquierda (7) donde se agrupan las de corte (cuchillas), cosido (leznas), claveteado (martillos y tenazas) y pulido (patas de cabra y hierros de lujar). En el rincón de la izquierda, aparato para enfresnar o plegar la piel (8). En el de la derecha, máquina de aparar (9), semejante a la de coser, excepto en el vástago cilíndrico donde se introducía la bota. Repartidos por la sala, algunos ejemplares de botines, alpargatas y sandalias, los más antiguos de principios de siglo. |
Museo Etnográfico. Carpintería |
Volver al Museo |
En la sala pueden observarse dos tipos bien diferenciados: la carpintería de obra fina, a la izquierda, dedicada a la construcción de muebles, y la de obra basta, a la derecha, en la que se hacían y reparaban los aperos agrícolas de madera. Los bancos (1) constituyen la verdadera mesa de trabajo del carpintero. En cada uno de los expuestos figura un ejemplar de sierra ordinaria, con forma de H (2). En la pared izquierda, conjunto de serruchos (3) de diferentes clases: ordinario, de costilla y de punta. El tronzador (4) es una sierra de hoja larga enmangrada en ambos extremos para manejo a dos. |
En la estantería de la izquierda (5), se encuentran agrupados los cepillos por clases y así tenemos los ordinarios, de moldurar, acanalados y guillames. Ejemplar de mayor tamaño es la garlopa (6), provista de mango superior.
En el soporte de mayor tamaño, situado en la pared
derecha, se disponen escofinas y limas (7). Al lado, formones
(8), de afilado corte oblícuo y filo horizontal.
En el pequeño, varios escoplos (9), con un bisel en el extremo y hoja más gruesa. Para tallar se emplea la gubia (10), con una hoja curvada de media caña (expositor izquierdo). Debajo las barreras (11) para perforar. El berbiquí (12) con la misma función, tiene forma de U, pudiéndose intercambiar sus brocas. |
Como instrumentos de golpe, pueden observarse martillos y mazos. En la parte inferior del primer banco, un utensilio de corte derivado del hacha, llamado azuela (13).
Para sujetar las piezas recién encoladas se usa el gato o aprieto (14). formado por dos topes: uno corredizo o graduable y otro fijo.
Se exponen también otros instrumentos auxiliares para medir, señalar, verificar, etc., como la escuadra y el compás, además de un grupo de gramiles (15) para trazar líneas paralelas.
Las herramientas sufren un desgaste debido al uso. Para ponerlas a punto se afilaban sobre unas piedras (16) accionadas a mano o a pedal que se mojabancon agua para atenuar el calor generado por la fricción.
Se exhiben también dos curiosas máquinas empleadas en los trabajos de marquetería fina (17).
Museo Etnográfico. Sastrería |
Volver al Museo |
De entre todos los oficios artesanales, el de sastre era quizá el más reconocido socialmente y el que implicaba de forma directa a casi todos los miembros de la familia. La especialización que requería hacía necesaria, además, la presencia de aprendices, casi siempre mujeres, como puede observarse en la fotografía de arriba.. El taller, ubicado por lo general de una dependencia de la misma casa, acentuaba aún más el sentido fraternal de una relación de trabajo presidida por la confianza. Las prendas demandadas eran, sobre todo, chalecos, chaquetas y pantalones, y las telas más comunes el paño, la pana y el dril. |
De las sastrerías oliventinas salía ropa para el campo, trajes de vestir e incluso uniformes para los componentes de La Filarmónica y las demás agrupaciones culturales de la ciudad.
Repartidos por la sala se encuentran los útiles empleados en el proceso de confección como cinta métrica, dedal, hilo, patrones, jaboncillo, regla, escuadra, tijeras, máquina de coser, etc..., así como maniquíes para las pruebas.En el acabado de las prendas se empleaban planchas de hierro. Unas se calentaban introduciendo carbón en sus depósitos y otras, más sencillas, colocándose directamente sobre el fuego, asiéndolas con un agarrador. La de mayor tamaño y peso era manejada exclusivamente por el maestro.
Aunque en el medio rural la ropa de hombre no sufría cambios exagerados, la moda fue introduciéndose paulatinamente con la aparición de figurines y revistas a partir de los años 40.
Con la estandarización en el vestir el oficio casi ha desaparecido en nuestros días, quedando sólo algunos talleres en las grandes poblaciones.
Museo Etnográfico. Barbería |
Volver al Museo |
Destinada en principio a la compostura masculina, la barbería encerraba al mismo tiempo un complejo mundo de relaciones que iban más allá del simple corte de pelo o el afeitado. Entre el mobiliario figuran mesillas, rinconeras y repisas donde se colocaban los útiles propios del oficio, además de sillones con apoyo para la cabeza y espejos. Los niños se sentaban en una silla alta (1) para facilitar la tarea del barbero. Pieza emblemática del oficio es la bacía (2) o recipiente de loza blanca con escotadura para apoyar el cuello. |
Repartidos por la sala pueden apreciarse una gran diversidad de utensilios
como peines, tijeras, navajas, maquinillas de cortar el pelo y cepillos,
además de piedras y otros instrumentos para el afilado.
A simple vista se observa una completa colección de recipientes metálicos, entre los que destacan cuencos par jabón, botes de perfume y jarras. Piezas curiosas son dos botellas de dosificador (3), que se llenaban de colonia, marcándose en una escala graduada la cantidad deseada por el cliente. |
Los periódicos y revistas se mezclaban, ojeados de vez en cuando por algún parroquiano en espera de turno. Entre los expuestos se encuentran ejemplares de finales del siglo XIX y principios del XX como "El Globo" (1876), "El Imparcial" (1919) y revistas como "Mundo Gráfico" (1919) y "Nuevo Mundo" (1936).
El barbero también realizaba sangrías y extraía muelas y dientes. Para los primero utilizaba un objeto de vidrio y goma que actuaba a modo de ventosa y para lo segundo una especie de tenazas llamadas "dentusas" (4) en Olivenza.
A finales del s. XIX se prohibió de forma terminante a los barberos y a todos los que no tuvieran título la práctica de este tipo de operaciones de cirugía menor.
En la barbería se comentaban todos los acontecimientos y noticias ocurridas en la localidad, siendo el barbero confidente e incluso depositario de llaves de sus vecinos.
Museo Etnográfico. Sala de Música |
Volver al Museo |
La tradición musical, tanto en la vertiente culta como en la popular, ha sido una constante en la historia de Olivenza. Ya en el siglo XVI tenemos noticias de la institución de dos cátedras para la enseñanza de este arte. No obstante, es en los siglos XIX y XX cuando se crean y alcanzan su apogeo un gran número de agrupaciones musicales en las que de una forma o de otra participaron todas las capas sociales de Olivenza. En esta sala se muestran algunos de los aspectos más importantes de este período. |
SOCIEDADES RECREATIVAS
Las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX fueron testigos de un florecimiento cultural sin precedentes en Olivenza, que se tradujo en la creación de numerosas sociedades recreativas.
Su fin primordial era dignificar el ocio, encauzándolo hacia la literatura, el teatro y, sobre todo, la música.
Ya en 1885 existían el Casino de Artesanos y el Casino de Olivenza.
Posteriormente, se fundaron el Círculo de las Artes (1907), del que surgiría el Orfeón Oliventino, y el Liceo de Artesanos (1910), a cuya compañía Lírica pertenecen estos carteles en seda.
SOCIEDAD FILARMÓNICA
Fundada el 28 de marzo de 1851 por D. José María Marzal y Cary, es la banda de música más veterana de Extremadura.
Comenzó siendo una pequeña agrupación musical, consolidándose con los años hasta llegar a ser distinguida con varios premios, en 1981 y en 1929.
Tiene el privilegio concedido por la Reina Isabel II de usar uniforme militar pese a ser una banda civil.
Pueden apreciarse, repartidos en la sala, instrumentos de diversos períodos de su evolución, así como condecoracione, espadín, uniforme y fotografías.
CUARTETO CLÁSICO
Formación musical de carácter culto, surgida a finales del siglo XIX.
Estaba integrado por cuatro músicos oliventinos: D. Domingo Méndez, su fundador, pianista y compositor; Baldomero González, como violín 1º; Manuel Cascos, violín 2º y Luis López, flauta travesera.
En su repertorio se incluían obras como las Serenatas de Toselli y Melanio Brull (en el atril) y valses de concierto.
Solían actuar en el Casino de Olivenza y en el Liceo de Artesanos, aunque también se trasladaban a otras localidades.
ORQUESTINAS Y CONJUNTOS.
En la etapa de posguerra las clases populares oliventinas acudían a varias salas de baile donde por un módico precio era posible celebrar las fiestas más señaladas sobre todo Fin de Año, Carnaval, San Juan, San Miguel o las Quincenas.
Los más conocidos eran el Baile de la Vela, llamado así por los continuos apagones de luz, el del Mindongo, el del Chanco y el de Cabezudo.
Paralelamente surgieron varios conjuntos de música bailable, algunas de cuyas formaciones pueden verse en las fotografías y carteles (Orquestina Pas Mussi, Continental Jazz, Los Muchachos de Fachenda o el Conjunto Melódico).
Interpretaban canciones de moda, actuando también en pueblos cercanos a Olivenza.
ORFEÓN OLIVENTINO
Fue fundado a principios de siglo por D. Adolfo Gil Rodríguez , a quien pertenece el busto sobre el piano.
Las fotografías de la pared corresponden a dos momentos de su trayectoria.
La primera, tomada en 1910, muestra a sus componentes, todos aficionados, que en principio fueron sólo varones, convirtiéndose a partir de los años 20 en orfeón de voces mixtas, como puede observarse en la segunda fotografía.
También se exhiben el banderín de raso distintivo de la agrupación y algunos recuerdos de su Director, D. Domingo Méndez Gómez, regalados por sus compañeros, como un pequeño reloj de bolsillo, el atril desde el que dirigía y su batuta.
ESTUDIANTINA
La Agrupación Musical de Olivenza, conocida popularmente como "Estudiantina", comenzó su andadura en los Carnavales de 1917.
Contaba su formación con unos cuarenta músicos de todas las edades y diversa condición social.
Actuaban casi siempre amenizando santos, cumpleaños y otras fiestas, en las que interpretaban, sobre todo, pasacalles y canciones populares.
En la pared, fotografía de 1930, junto a un laúd y una mandolina de su primera época.
ANTONIO GONZÁLEZ MARTÍNEZ (Mantequiña).
Nació en Olivenza el 16 de Agosto de 1912. Con su padre aprendió el oficio de sastre y a tocar el violín. Pasó también algunas temporadas en Portugal.
En Olivenza perteneció a algunas sociedades recreativas como el Liceo de Artesanos, de cuya orquesta formó parte.
También fué el artífice de varios conjuntos de música bailable como "Los Muchachos de Fachenda", la "Orquestina Pas Mussi" y el "Conjunto Melódico".
Ayudado por su padre y su tío José, recuperó numerosas melodías y danzas del folklore fronterizo, fundado con Encarnación Ramallo el Grupo de Coros y Danzas de la Sección Femenina de Olivenza en 1943.
En el armario pueden observarse algunos de sus objetos personales, como un traje, fotografías, placas y la funda de su violín, con el que recorrió numerosos países de Oriente Medio.
Museo Etnográfico. Sala de Arte Sacro |
Volver al Museo |
En las vitrinas de esta bella sala de columnas, el visitante puede admirar casullas en tisú de plata y dalmáticas en tisú de oro del XVII, así como trabajos de orfebrería que van del s. XVII al XIX: cálices, copones, portaviáticos, vinajeras, custodias.
Órgano del siglo XVIII. |
Entre las vitrinas, tallas policromadas de los siglos XVIII-XIX (San Diego, Santa Bárbara, San Antonio, La Soledad, etc...) Piezas curiosas son el órgano realejo del italiano Oldovini (1766), el Altar portátil que, plegado, adopta la forma de un libro, y el Calvario del XIX, con imágenes casi a tamaño natural, realizado en hierro fundido. |
Procedentes de la parroquia de Santa María
Magdalena, alberga esta sala de arte sacro dos tablas
manieristas atribuidas a Gragorio Lopes (1490-1550),
pintor de cámara del rey D. Jôao III. Se trata de La Magdalena y La Resurrección de Lázaro. Parece que ambas formaron parte de un antiguo retablo ubicado en el altar mayor, sustituido por el actual hacia 1723. Piezas magistrales de la pintura portuguesa de la llamada Boa Época, aguardan una debida restauración que confirme defintitivamente su valor y autoría. |
|
Museo Etnográfico. Sala Telar |
Volver al Museo |
Es el instrumento más complejo en todo proceso de manufactura textil. El ejemplar expuesto procede de la localidad cacereña de Torrejoncillo. Es de tipo horizontal o de bajo lizo y podría encuadrarse cronológicamente entre mediados del siglo XVIII y principios del XIX. Consta básicamente de un armazón de madera y de unos peines o lizos, que pueden apreciarse sueltos en la pared, por donde pasaban los hilos de la urdimbre, subiendo y bajando mediante pedales y un juego combinado de tirantes y poleas. La trama, en cambio, se insertaba transversalmente manejando una lanzadera, utensilio cuya forma recuerda a la del casco de un barco. |
Al lado, el "templén", con extremos dentados, mantenía tenso el ancho de la tela enganchándose a sus bordes.
La mesa de urdir, situada a la izquierda, era un elemento auxiliar que permitía colocar las bobinas y ordenar los hilos.
A la derecha, un torno o canillero. Es de origen medieval aunque en Europa no aparece hasta el siglo XVIII. Se accionaba con una manivela, usándose para hilar y hacer canillas.
Sobre el arcón se exhibe una devanadera en la que se disponían la madejas para ser transformadas en ovillos. A medida que se tiraba de la hebra, se la hacía girar sobre su propio eje.
Preside esta sección del Museo la imagen de la Venerable María de la Cruz, oliventina del siglo XVII cuyo oficio fue precisamente, el de tejedora.
Museo Etnográfico. Casa Rural |
Volver al Museo |
DORMITORIO LABRIEGO
La dependencia reservada a alcoba conserva la atmósfera recogida de un lugar dedicado al descanso. Solía ser por ello oscura y confortable en la medida de lo posible. El mobiliario, con un carácter esencialmente práctico, es bastante sobrio, siendo comunes las piezas de madera o forja. El sentir religioso se hace palpable en muchos detalles, como el crucifijo, el rosario de cabecera, la imagen de la Virgen, las estampas de los santos y un antiguo misal portugués de 1826 que puede apreciarse en la parte inferior de la mesilla. |
La iluminación artificial, muy tenue, se
reducía a las velas o a la capuchina, llamada así por la forma
de su apagador.
No faltaban tampoco los útiles de aseo entre los que predominan
los de latón esmaltado como la palangana y la cubeta, y algunos
de zinc.
La ropa de niño y adulto distribuída por la sala nos habla de la modestia no exenta de orden con que vivían estas gentes.
COCINA
Era ésta la habitación más importante de la casa, ya que en ella, además de la preparación y consumo de alimentos, se llevaba a cabo la convivencia y se desarrollaban los dramas y alegrías cotidianos. A simple vista, la sencillez sigue estando presente, sobre todo en el mobiliario de madera cuyo centro catalizador es la mesa camilla. El equipamiento doméstico acusa también la escasez de medios y así la vajilla es de loza blanca, lisa y sin decoraciones. La cocina, de hierro y con largas patas, funcionaba a carbón. El barro aparece en algunos utensilios, especialmente en baños y tinajas. |
Concesión a la modernidad es la presencia de algunos materiales más avanzados como el latón esmaltado y el aluminio en los objetos de la espetera.
Elementos curiosos son un "horno de tambor", con forma cilíndrica, empleado para conservar el calor de la comida mediante brasas y, en la mesa de la derecha, los sellos de marcar pan tallados en madera y los vales o placas metálicas que se extendían a los jornaleros para intercambiarlos por víveres, sobre todo pan y aceite.
SALA DE MATANZA
En Olivenza, al igual que en casi toda la región, la matanza ha sido un medio tradicional de sustento par las clases media y baja, que aseguraba el alimento para todo el año y reunía a parientes y vecinos.
Cada sexo desempeñaba un papel muy determinado. Así, el sacrificio y despiece del cerdo era llevado a cabo por un hombre llamado matanchín o matarife. Para ello se empleaba una banca de madera y un juego de cuchillos hábilmente manejados. Las mujeres, en cambio, se ocupaban del aliño, preparación y embutido de la carne.
La matanza requiere el empleo de un gran número de útiles y así puede
apreciarse una completa colección de baños y artesas junto a la pared del
pasillo y ya en el interior de la sala, dos modelos de máquinas de embutir,
una de madera con varios tipos de embudo y otra de hierro, ambas en la zona
de la izquierda. Al lado, picadora de carne.
En el centro de la sala, mortero de gran tamaño tallado de una sola pieza en madera de encina, utilizado para el machado de ajos, sal y especias. Distribuídos por la chimenea, objetos de uso doméstico como trébedes, orzas, pucheros, baños, sartenes, tenazas, etc... En cuanto a la artesanía pastoril, destacan los taburetes y tarteras fabricados en corcho, así como los machadores (hornacina de la derecha) y las cucharas talladas en madera o asta. De este material son también algunos recipientes como una cuerna grabada en 1854 de extraordinaria riqueza decorativa (sobre la mesa central) y un curioso "llavero" colgado de la chimenea. Esta pieza, siempre par, se utilizaba para portar aceite y vinagre. |
Museo Etnográfico. Casa Burguesa |
Volver al Museo |
La burguesía oliventina de final de siglo se componía principalmente de profesionales liberales como médicos, abogados, notarios y procuradores de origen foráneo, que al mismo tiempo solían ser rentistas y propietarios de tierras.
La casa honraba con su apariencia el afán de respetabilidad de sus dueños.
SALA DE BORDADOS
En el aprendizaje de las mujeres con cierta posición, no podían pasar
de largo tres obligaciones fundamentales: ser buena esposa, buena madre,
y sobre todo, ser buena con el hilo y la aguja.
Entre las artesanías representadas destaca, en primer lugar, el encaje de bolillos, realizado sobre patrones de cartón flexible en los que se señalaba el dibujo. Luego era fijado con alfileres a las almohadillas o bolilleros. De estos últimos puede observarse una pequeña colección en las baldas de la pared. |
Los trabajos más comunes eran los cuellos y las aplicaciones para servilletas, pañuelos, mantelerías y sábanas.
Los bordados, en cambio, podían ejecutarse a mano o con máquinas de coser de las que se exhiben varios ejemplares, a pedal y de manivela.
Se exponen también tres tipos de bastidores: los redondos (utilizado en ambos casos), los cuadrados y un ejemplar horizontal de grandes dimensiones en el que trabajaban simultáneamente dos personas.
Fuera de la sala, dos paneles exhiben respectivamente varios modelos de calados hechos a máquina, así como muestrarios impresos, algunos en color.
En la pared de la izquierda, imagen de San José, realizada en parte con pelo natural. Algo más arriba, bordado al matiz de una niña (1844). Al lado del espejo, curioso pañuelo con una cenefa, en realidad un pentagrama donde se representa un pasodoble para piano.
A la derecha, Sagrados Corazones de técnica mixta, combinándose el bordado al matiz, "al trapo" y el dibujo sobre cartón en rostros y manos.
Los instrumentos auxiliares (planchas y soportes, humedecedores, etc...) pueden observarse en la estantería vertical.
Completa el mobiliario una sillería austríaca de madera curvada y asiento de rejilla con aplicaciones florales en los respaldos.
VESTÍBULO
El elemento religioso, presente como podrá observarse en toda la vivienda,
se concreta en esta sala con dos grabados del Antiguo Testamento en la pared
del fondo: Daniel en el Lago de los Leones y Moisés haciendo salir el agua
de la roca.
A la izquierda, tríptico con las imágenes de un Crucificado, Sagrada Familia y San Luis. El escopetero y algunos detalles nos hablan también de la pasión por la caza. |
SALA DE ESTAR
Baluarte femenino por excelencia y lugar de reunión de amistades y visitas, reina en ella un ambiente de intimidad presidido por los severos retratos familiares y dulcificado por los recuerdos más recientes de las fotografías. La sala de estar era también el lugar en el que las más jóvenes mostraban sus habilidades al piano, al tiempo que sus madres y tías ponderaban las virtudes de algún remedio para el reúma o criticaban el relajamiento general de las costumbres
|
DESPACHO
En él se llevaba a cabo la administración de las fincas y negocios. La
imponente presencia del mobiliario nos habla, en contraste con la sala anterior,
de un espacio exclusivamente masculino, subrayado por la impecable alineación
de diplomas y mapas.
Algunos elementos dan un toque de modernidad al conjunto, como la calculadora, las máquinas de escribir, entre las que se encuentra un curioso modelo AEG de punzón, y una imprentilla. |
COMEDOR
El que se exhibe estaba reservado a ocasiones especiales y actos señalados,
como la cena de Nochebuena, ya que el utilizado a diario era bastante más
modesto.
La sobriedad del marco sólo es alterada por la presencia de cerámica de La Cartuja. Los óleos de tema religioso ponen una vez más de manifiesto el talante austero de una sociedad todavía anclada en esquemas rurales donde todo exceso era considerado símbolo de mal gusto. |
DORMITORIO
Destinado a la intimidad conyugal, muestra también un conjunto de muebles de extremada sobriedad, entre los que destaca una curiosa descalzadora con doble función.
A la izquierda, dependencia de aseo con dosel y cortinas que evidencia el pudor mutuo entre esposos.
En el escritorio, la señora de la casa atendía la contabilidad doméstica, su correspondencia y obras caritativas.
Museo Etnográfico. Escuela |
Volver al Museo |
Esta sala es una reproducción del modelo de escuela tradicional de primeras letras que durante el siglo pasado y hasta los años 50 apenas experimentó variaciones.
Es de tipo mixto y en ella recibían la enseñanza simultáneamente niños y niñas de todas las edades, aunque lo más frecuente era que estuviesen separados.
El local solía ser una dependencia de una casa particular, no habilitada
para este uso, por lo que muchas veces carecía de algunas condiciones elementales
como ventilación y calefacción. Por ello en invierno los niños llevaban
cajitas metálicas con un depósito interior en el que introducían algunas
brasas para calentarse los pies.
Los maestros, a veces con la preparación indispensable, estaban muy mal pagados y su labor era pobremente reconocida, dependiendo de las contribuciones de los padres de sus alumnos para poder subsistir. |
Por otra parte, la educación sexista consideraba la formación de las niñas como algo marginal, siendo suficiente a la mentalidad de la época el enseñarles aritmética para la buena administración de la casa, algunas nociones de Historia Sagrada y, sobre todo, costura.
Bajo el control del maestro o la maestra, los niños se distribuían conforme a sus edades en dos grupos: los pequeños alrededor de una mesita baja y los mayores en torno a otra más grande con bancos corridos.
A la izquierda se muestra una pequeña colección de libros y en la vitrina, vales de premio y algunos trabajos manuscritos.
En el centro, material diverso como reglas, lápices y acuarelas y a la derecha, útiles de escritura (tinteros, palilleros, cartillas y libretas).
En los respaldos y asientos de las sillas, portalibros, carteritas de metal, costureros y bastidores, algunos con labores ya empezadas.
Museo Etnográfico. Consulta médica |
Volver al Museo |
La figura del médico rural, junto a la del cura y la del maestro, han sido una constante en la historia de muchos pueblos.
Los avances científicos del siglo XIX marcaron la formación y actitudes de grandes profesionales que ejercieron en Olivenza.
Nombres como los de Valeriano Cabral, Victoriano Parra o
la dinastía de los Ramírez están ligados al progreso de la ciudad. De ellos
y de su compromiso surgieron iniciativas que permitieron luchar contra las
epidemias y promover medidas de saneamiento hasta entonces desconocidas.
En la consulta pueden distinguirse varios espacios, siendo la mesa de despacho el centro administrativo y el punto inicial de contacto con el paciente. A la izquierda, camilla de reconocimiento y una mesa auxiliar de primeras curas. Distribuídos por los asientos, el maletín del visitas, los estetoscopios y un aparato para medir la presión arterial. |
Al lado del lavabo, armazones y pesas de metal para inmovilizar las extremidades escayoladas.
En el mueble de la pared y en la vitrina pueden observarse, respectivamente, una selección de medicamentos y una colección de instrumental que incluye un estuche de madera con patente francesa para realizar autopsias y dos más pequeños de cirugía.
A la derecha, laboratorio de análisis clínicos donde se aprecian, además del microscopio, otros utensilios como tuvos de ensayo, hornillos, mecheros Bunsen, placas de preparaciones y estufas de cultivo. Los envases con productos químicos, reactivos y colorantes se encuentran dispuestos en la estantería.
Se muestran también dos morteros de farmacia fabricados en hierro y mármol, así como básculas para recién nacidos y adultos.
Especial relieve merece el instrumental de ginecología en el que destacan valvas y fórceps.
Al fondo, una antigua nevera para conservar las vacunas.
Museo Etnográfico. Imprenta |
Volver al Museo |
La importancia que para una sociedad rural como la oliventina tuvo la imprenta, evidencia una vez más su papel en la tímida difusión de las nuevas ideas que llegaban con el siglo XIX. Como vehículo de cultura, ayudó a promocionar cine, teatro, zarzuela, espectáculos de variedades e incluso impulsó la creación de algunos periódicos, como "El Oliventino" o "El Guadiana", que a pesar de su efímera existencia, llenaron un vacío en el panorama cultural de la ciudad. Las imprentas más activas de Olivenza fueron "La Económica" de J. Rojo y la de Martínez Rengifo. |
El proceso de impresión comenzaba cuando el operario tomaba los tipos
de los archivaletes (1) con unas pinzas o con los dedos, colocándolos
en la galeras o galerines para preparar la composición del texto elegido,
asegurándo ésta con unos cordeles.
Una vez lista, se introducía en la máquina de imprimir (2) en la que un disco giratorio distribuía la tinta por un rodillo que a su vez impregnaba la plancha. El papel sobrante se cortaba en grandes mazos con la guillotina del fondo (3). |
En la sala pueden también observarse muebles accesorios, como un pupitre (4) y algunos artículos como las botellas de disolvente para la tinta seca. En el mueble de la derecha (5), colección de clichés.
Otra labor corriente en estos establecimientos era la encuadernación, trabajo para el que se empleaban, entre otros instrumentos, prensas de tornillo y el llamado "telar de encuadernar", donde se cosía el lomo de los libros (6).
En la vitrina, algunos folletos y programas.
A 5 Km en dirección SE de Olivenza, la aldea de San Jorge de Alor constituye un núcleo urbano de interés por la personalidas que le confieren sus monumentales chimeneas. Se trata de la mayor de las aldeas ubicadas en torno a Olivenza. En 1844 se independizó de este centro, para reintegrarse en su jurisdicción poco después. Asentada al pie de la Sierra de Alor, sobre un paraje de extraordinario atractivo natural próximo al pantano de Piedra Aguda, y a 5 Km. de la Villa, constituye un conjunto reducido marcadamente campesino, con el aspecto tradicional escasamente transformado, destacando en particular su arquitectura popular de fuerte influencia portuguesa. |
Su trama ofrece panorámicas de acusado valor ambiental, con excelentes muestras de pequeñas viviendas de tipo tradicional coronadas por enormes chimeneas de atractivo plasticismo y relevante valor etnográfico. Cuando se constituyó en entidad independiente a mediados del siglo pasado, estaba compuesta por un centenar y medio de casas que formaban ocho calles, contando con una población de 700 habitantes. En la actualidad las casas son algunas más, habiendo disminuido su censo a medio millar.
El centro de articulación del caserío y su construcción más destacada es la iglesia parroquial de San Jorge, obra del siglo XVIII. De pequeñas proporciones y embutida entre otros edificios, presenta fábrica de mampostería encalada. Su sencilla portada es de resolución netamente popular, contando con espadaña de acusada presencia con triple campanario y ático. Interiormente se compone de atrio de acceso, nave de tres tramos, crucero con bóveda de arista, cabecera cuadrangular y tres grandes capillas anejas. Como la vecina de San Benito, su arquitectura denota la fuerte influencia de las formas populares portuguesas.
A mitad de camino en dirección a Olivenza se encuentra la ermita de Ntra. Sra. de las Nieves, advocación que no deja de sorprender en la región, por más que sean varias las que lo ostentan, y cuya festividad se celebra el 5 de agosto. En torno a ella existe una hermosa leyenda que relata la historia del pequeño Joaquín, perdido en el campo, al que la Virgen, protegió durante la noche.
Se localiza a poca distancia de San Jorge, aunque sobre la vertiente contraria de la Sierra de Alor. Compuesto en el presente por medio centenar de casas y 130 habitantes, constituye la menor de las aldeas de Olivenza.
Su hito más relevante es la iglesia parroquial de Santo Domingo de Guzmán, pequeña edificación encalada de carácter popular, originaria del siglo XVII, con aspecto de ermita rural. La fachada delantera ostenta gran portada adintelada de severa estructura realizada en mármol, y coronación de ancha espadaña con doble campanario sobre frontón. La planta es de nave única con bóveda de cañón y cabecera cuadrangular de crucería. Las capillas y demás dependencias que se anejan al cuerpo principal originan un conjunto de variados volúmenes de grata composición. Una pequeña cúpula en chimenea se destaca sobre la cubierta. Con todo, el encanto principal del lugar reside en sus características como conjunto de arquitectura popular tradicional de acento marcadamente portugués que se conserva muy bien.
Se halla próxima a las anteriores, hacia el sur de Olivenza, en el eje de la carretera de Cheles. A nivel comarcal es conocida popularmente como San Benito. Según unas versiones, su apelativo deriva de la permanente pugna por su posesión desde la antigüedad entre portugueses y españoles, aduciéndose en apoyo de tal circunstancia los escudos respectivos colocados por cada uno de los países en el interior de la iglesia durante las etapas de su dominio sobre el lugar. Otra interpretación lo conecta con el topónimo que nomina la dehesa en la que se asienta.
Todavía a mediados de la centuria pasada sus moradores se repartían entre unas pocas casas que configuran el núcleo principal, agrupándose en torno a la iglesia parroquial, y numerosas casas dispersas por los alrededores. En la actualidad forma un núcleo ya concentrado, con unos 500 habitantes.
Como en las restantes aldeas, su hito más sobresaliente es la iglesia parroquial, dedicada a San Benito Abad, también de acusada influencia portuguesa, cuyo aspecto es más bien de ermita, dadas sus reducidas proporciones, y los rasgos populares de su arquitectura, plenos de plasticismo y valor ambiental. Configura la fachada frontal un atractivo pórtico, bajo el que llama la atención la preciosa portada trilobulada que da paso al interior. Este es de nave única con inusual bóveda de arco carpanel y cabecera cuadrangular. Sobre la puerta figura la fecha de 1788. El núcleo constituye también un conjunto de arquitectura popular de notable valor etnográfico, en el que reside su principal encanto.
Se sitúa en la misma línea de la frontera, sobre el camino en el que, del otro lado del Guadiana, aparecen los sugestivos enclaves fortificados de Jurumenha y Alandroal. Históricamente fue aldea, no de Olivenza, sino de Jurumenha; mas, al encontrarse en la orilla izquierda del río, que se fijó como línea fronteriza, por el tratado de paz de Badajoz, que finalizó la Guerra de las Naranjas en 1801, el núcleo pasó a España como anejo de Olivenza. En ese momento su entidad era de 27 casas formando una sola calle sin empedrar, una fuente y la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción.
Se trata también de construcción encalada de reducidas proporciones y sencilla arquitectura, semejante igualmente a una ermita. Su planta es rectangular, con cubierta de bóveda de cañón y cabecera rectangular cupulada más angosta, con sacristía y capilla bautismal anejas. Al exterior presenta, como único componente formal, una somera espadaña sobre portada que se reduce a un vano adintelado. En la carretera de acceso se localiza la ermita de Santa Ana, de modesta factura, que se incluye entre otras construcciones rurales.
Poblados de colonización creados en 1956, a raiz de la construcción del embalse de Piedra Aguda y su zona de riego.
A 11 Km de Olivenza en dirección NE se encuentran las ruinas del puente de Ajuda, pétreo cordón umbilical que aseguraba apoyo logístico al enclave portugués de Olivenza. El descenso en piragua a partir de ese punto ofrece la posibilidad de admirar la riqueza faunística del rio - avutardas, aves rapaces y acuáticas, grullas garcillas bueyeras, etc...-, además de los viejos molinos ribereños y la abandonada fortaleza de Juromenha. |
A 7 Km por la carretera C-423 se encuentra el pantano de Piedra Aguda. |
|