La historia del Balneario de El Raposo se inició en el último tercio del siglo XIX, cuando hacia 1860, cuenta la tradición que una cochina, de una de las piaras existentes en la finca conocida como "El Raposo", aquejada de dolores en sus articulaciones, fue encontrada por el cuidador de la piara, un día después de su desaparición, entre los lodos que formaban un pequeño arroyo que atraviesa la finca. Al acercarse a ella, creyeron que estaba muerta, se sorprendió al comprobar que estaba viva y que los movimientos renqueantes del animal habían desaparecido, curándose de sus males. La noticia se difundió entre los ganaderos y habitantes de la zona que, durante años, utilizaron los fangos y charcos de la finca para curar algunas enfermedades de sus animales. |
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La fama de esos lodos pasó a ser tan espectacular que comenzaron a ser utilizados por personas con problemas reumáticos, articulares, que aprovecharon, igualmente, las aguas de la zona. Durante muchos años, este primitivo centro termal, se conoció con el nombre de "La cochinilla", pasando después a conocerse por su actual nombre, que le proviene de la finca donde se encuentra ubicado el Balneario y que proviene de la abundancia de zorros en la zona. La fama de estas aguas y lodos fue tal que fueron necesarias algunas construcciones que sustituyeran a las primitivas charcas, donde los primeros bañistas tomaban sus baños de lodo. |
Y en esta adecuación a los tiempos, que a principio de siglo tan "de moda" puso a los balnearios, surge la figura de una mujer, Doña Fernanda Durán, que con su esfuerzo y dedicación ayudó sobremanera a la construcción y posterior utilización pública y reglada del balneario. Su estatua, erigida en agradecimiento a su gestión, se encuentra en la zona ajardinada, frente al balneario y muy cerca del arroyo origen de este centro termal. Su hijo, D. Hidalgo Durán, Ministro durante la República, contribuyó a que el ferrocarril llegara hasta las puertas casi del establecimiento, lo que favoreció la asistencia de bañistas de Extremadura y sobre todo, de Andalucía, donde la fama de El Raposo, hoy día, continúa como ya hace décadas lo fuera. |
La construcción del balneario trajo a su vez, la adecuación de un recinto hotelero y unas zonas de casas que favorecieron la estancia de bañistas y acompañantes, siendo el resultado final unas magníficas instalaciones, que, con las posteriores y lógicas reformas, forman un lugar idóneo y excelente para el descanso.
El balneario, hoy día, dispone de unas instalaciones muy adecuadas al tipo de servicios que se realizan en él. El lodo o peloides, compuesto de arcilla, algas, sílice, diatomeas y algunos factores de tipo radiactivo (rodón), se extrae del arroyo y es almacenado en unos tanques o piscinas de maduración, donde es cubierto por el agua minero-medicinal a una temperatura ambiente. Expuesto el lodo de cinco a ocho meses a las radiaciones solares, éste fermenta, oxida y reduce, creando con este proceso su especial y peculiar composición, con las consiguientes propiedades termoterapéuticas.
Aún se conservan las piscinas naturales que durante décadas fueron utilizadas para introducir a los pacientes y que tomaran los baños de lodo. Las aguas fueron declaradas de utilidad pública en julio de 1926. El Hotel-Balneario *** de principios de siglo, ha sido remodelado para dotarlo de las comodidades y confort que exigen los tiempos actuales: habitaciones con baño completo, calefacción, teléfono y TV, servicio médico, amplios salones, salas de lectura y juegos, salas de TV, capilla, servicio de taxi, amplios aparcamientos y 60.000 metros cuadrados de abundante vegetación... todo ello para que usted se sienta como en su propia casa y encuentre la tranquilidad y el sosiego necesario para hacer de su estancia una completa cura de salud. |
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