Este enclave se caracteriza sobre todo por su poderoso castillo. El bastión, erigido sobre una afilada crestería rocosa situada en plena Sierra de San Pedro, domina los territorios circundantes hacia la frontera de Portugal y resguarda la población que se asienta sobre el otro lado del cerro. Los panoramas que se divisan desde su formidable atalaya resultan impresionantes, avistándose los días claros Badajoz, Elvas, Campomayor, Marvao y otras localidades. |
Vista del castillo de Alburquerque |
La construcción de la fortaleza, y la cerca amurallada que rodea la villa, a partir del enclave precedente de tradición árabe existente ya en ese punto, fue iniciada en 1.276 por Don Alonso Sánchez, hijo bastardo del rey Don Dionís de Portugal. Nuevas obras fueron acometidas en el siglo XV, datando de estas época la configuración de las fortificaciones que hoy conocemos.
Los alburquerqueños, cuyo apelativo familiar es el de "pelinos", mantienen, como los talaveranos, una peculiar dicción, que convierte la "c" en "s", pronunciando, sin paliativos, "morsilla", "tosino", "cabesa", etc.