El castillo de Luna, como es conocido en alusión a Don Álvaro de Luna, que lo poseyó durante un tiempo, constituye una de las fortalezas más importantes y mejor conservadas de Extremadura, y aún de España. Consta de cuatro recintos, y su componente más significado es la poderosa torre del Homenaje, de planta cuadrangular con 13 metros de lado y más de 25 de altura, compartimentada interiormente en cinco alturas, que lo preside. Otros elementos destacados son la torre de los Locos, o los Siete Picos, que se une a la anterior mediante un enorme y airoso arco ojival; sus dos patios de armas; los aljibes y otras numerosas dependencias que aún conservan su estructura y aspecto medieval. |
Murallas del castillo |
De particular interés resulta la capilla castellana o iglesia de Santa María del Castillo, también llamada de las Reliquias. Desde su restauración en 1.945, el castillo está acondicionado como Albergue juvenil.
A los pies del castillo, ocupando la mitad de la ladera, se encuentra la iglesia parroquial de Santa María del Mercado, obra del siglo XV, de factura mudéjar. En su interior, de atractiva composición espacial, destaca el retablo mayor, realización del XVI compuesta por una quincena de tablas goticistas de autor no documentado pero de particular interés.
Merecen igualmente atención las capillas laterales; la credencia o sagrario, de rica labra decorativa; la sillería del coro; el órgano, etc. Y al exterior, el relieve de alabastro que corona la portada frontal. Sobre el costado del Evangelio se adosa una sepultura antropomorfa excavada directamente en la roca.
El núcleo más antiguo de la población, llamado Villa Adentro, y conocido también a nivel popular como barrio "de la Teta Negra" se sitúa al abrigo del castillo, y cuenta con un perímetro amurallado que se refuerza con numerosas torres. En él se abren las puertas de la Villa y Valencia, habiendo desaparecido la llamada de Alcántara. Configura una trama de calles angostas con fuente pendiente, donde perduran numerosas viviendas de tradición medieval, con bellas portadas góticas en ojiva y otras de tipo renacentista o barroco, entre las que se abren rincones de gran pintoresquismo conservando bastante bien su estructura pretérita a pesar de las transformaciones experimentadas en los últimos años. Hito de interés en esta zona es el Pozo de Alcántara, fechada en 1.643. A partir del siglo XV la población saltó sobre el amurallamiento medieval, originando los tejidos de la llamada Villa Afuera. El foco principal de esta nueva trama es la iglesia de San Mateo, construcción de gran cuerpo, con nave única de amplia espacialidad, concluida en el siglo XVII. Su retablo es otra moderna de buena factura, realizado según modelo clásico en 1.940. |
Puerta de la Villa; abertura en el recinto amurallado |
No lejos se encuentran la ermita de la Soledad, con preciosa portada de 1.715, junto a la cual se erige el antiguo hospital de Ntra. Sra. de la O; ermita del Rosario, situada a su espalda, y la ermita de San Antón. Otros hitos religiosos significados son la iglesia del viejo convento franciscano de la Madre de Dios, del que se conserva también el claustro, y el de monjas de la Encarnación, del que sólo perduran algunos restos. A este último se anejaba el Hospital Real. Más alejadas se encuentran las ermitas de San Andrés, San Blas y Santiago, alguna originaria de la Edad Media, y todas muy maltrechas.
En la Villa Afuera proliferan también las edificaciones de sabor popular y otras de arquitectura más elaborada componiendo panorámicas de notable plasticismo.
Realizaciones de particular relevancia son el Pozo de la Nieve y la Plaza de Toros. El primero se emplaza frente a la torre de Bacas o de la Horca, que es la más avanzada del perímetro amurallado por el extremo occidental. En sus inmediaciones aparecen las pinturas prehistóricas de la Caraba y el risco de San Blas. El coso data de finales del XIX, ofreciendo la singularidad de aparecer embutido casi por completo entre las viviendas que lo rodean adosándose a sus muros. De silueta familiar para el viajero que accede a Alburquerque desde Badajoz, es la Fuente del Concejo o del Caño, con su característica cubierta cupulada.
La ermita de Carrión, patrona del pueblo, configura un complejo constructivo de factura popular con vocación barroca, que se enclava en un paraje de gran hermosura paisajística, a 6 km. de la localidad. Aunque el aspecto actual de la ermita data de los s. XVII y XVIII, su origen se remonta al XIV. Entre sus variados componentes, destacan las arquerías y balaustradas; la casa del ermitaño y la plaza de toros. En ella se celebra desde hace siglos el 7 de Septiembre, una romería de gran arraigo en toda la zona.